¿A que llamamos FIDELIDAD?
Según la Real Academia Española, Fidelidad significa:
(Del lat. fidelĭtas, -ātis).
1. f. Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona.
2. f. Puntualidad, exactitud en la ejecución de algo.
Ahora, me pregunto, debe la lealtad deberse a otra persona o cosa, o puede ser uno fiel a sí mismo y a su deseo?
Muchas ideas invaden mi mente y me llevan a muchos recovecos en los cuales me cuesta mucho simplificar y no desdoblar en nuevas ideas. Los parámetros se vuelven infinitos y la cuestión muy hermenéutica, pero trataré de transmitirles la idea sin irme por esas hermosas y brotadas ramas.
Hace varios años me tatué un hipocampo o caballito de mar, como quieran llamarlo, cuyo significado es FIDELIDAD, ya que cuando un hipocampo muere, su pareja no puede continuar viviendo. Conociendo lo despelotada que es mi vida amorosa me preguntan con cara de ironía ¿fidelidad, vos? A lo que contesto: si, fidelidad a mi misma y a mis principios.
Ahora, ¿será imposible compartir los mismos principios con alguien y ser fieles a un acuerdo en común? Si individualmente nos conectamos con lo profundo, y aceptamos nuestros deseos, tengo la esperanza de que sí.
Creo que la sociedad y la familia nos ha moldeado para que entendamos el término fidelidad como sinónimo de estar en una relación de pareja “estable”, o con proyectos, y no intimar con alguien del sexo opuesto…¿Es esto justo y sincero? Personalmente creo que muchos de nosotros no estamos preparados para asumir verdaderamente este concepto de fidelidad sin reprimirnos, sobre todo con el libertinaje que nos rodea hoy en día.
Creo que la monogamia es un concepto y una tradición social al cual nos ajustamos muchas veces forzadamente, pero con el cambio de era y el paso del tiempo inevitablemente se va a ir diluyendo y transformando.
En gran medida las consecuencias sociales y familiares de mantener a toda costa lo que llamamos “fidelidad” solo ha concluido en familias separadas, triángulos amorosos, rupturas violentas, o familias en las cuales “esta todo perfecto” pero sus raíces de infidelidad dejan secuelas en los menores que crecen en su núcleo.
¿Estaremos preparados para asumir nuestros verdaderos deseos y romper con semejante mochila que viene de hace tantas generaciones atrás?
Si tuviera que sincerarme, creo que no podría ser fiel en el sentido socialmente aceptado, creo que cada pareja puede crear su concepto de fidelidad, donde algunas “aventuras” con el sexo opuesto sirvan de incentivo y no de razón de melodrama, traición y dolor. YA LO SE: dirán que es muy fácil decirlo, pero imposible llevarlo a la práctica. No digo que sea algo fácil. Es fácil racionalizarlo, pero difícil de bajar a las tripas. Pero al mismo tiempo, si no nos hacemos cargo de nuestros deseos más profundos, ¿Cómo podremos ser sinceramente libres y felices?
No digo que todas las personas compartan esto, hay personas que pueden ser felices y ser fiel a sí mismas solamente con una persona. Personalmente, considero que esta forma de vincularse deja al otro con una carga y expectativa que termina por explotar: un hombre o una mujer, no pueden ser todo lo que esperamos o necesitamos, creo que este es un concepto muy infantil. Sentirnos deseados por el sexo opuesto y percibir lo mismo de una pareja es lo que nos vuelve atractivos.
La juventud de hoy en día es responsable de los nuevos patrones que se construirán para el día de mañana: el mundo evoluciona, las ideas cambian, la mente se abre hacia nuevas fronteras, y dentro de todo este cambio, considero que hay conceptos básicos en nuestra forma del ver el mundo que DEBEN ser revisados si queremos ser socialmente responsables.
La estructura de la familia tradicional tal como nos fue inculcada es un modelo que poco a poco deja de ser a lo que aspiramos. Si bien la mayoría sostiene que lo que desea de su vida es “formar una familia y tener hijos”, hay algo de ello que muy inconscientemente nos aterroriza, porque atenta contra nuestra libertad. Y somos los únicos responsables de dar una vuelta de tuerca. No dejando esos objetivos de lado, pero sí revisando nuestra moral, abriendo nuestra mente y corazón, dejando de sostener posturas hipócritas que solo nos llevan a reprimirnos.
Probablemente, al revisar mejor el concepto de fidelidad, entendamos que el amor es sinónimo de libertad y aceptación, y hay que ser sincero con un mismo, para poder aceptar libremente al otro: con sus deseos y sus principios. Quizás, luego de aceptarnos y aceptar, esa libertad nos otorgue una relación en la cual ni siquiera sea necesario tener “aventuras” por ahí…