martes, 27 de diciembre de 2011

Romance entre el luchador del Siam y el Camaleón (alquimia de elementos)

Secando escamas en la orilla,
el pez se deshidrataba.
Sin duda su aspecto ya distaba de aquello que solía ostentar meses atrás,
mientras nadaba en las profundidades.

La ternura que le inspiraba aquel camaleón,
su rígida piel y respiración contracturada lo dejaban en cierto modo, paralizado.
De tanto observar su distinta belleza
olvidó que su hábitat está bajo el agua.

La frustración de saber que nunca podría llevarlo,
a aquellas profundidades,
para mostrarle su ser más íntimo y resplandeciente, su refugio;
y compartirle sus secretos sin que ello le cueste esta vida y forma...

El luchador estaba inherte en la orilla,
saciándose de contemplar,
tan distinta reacción y manifestación física.

Acostumbrado a como se esparcen en ondas las señales bajo el agua,
el sistema defensivo del siamés no podía evitar potenciarse,
ante el contacto con el aire y la tierra.

Sus colores comenzaron a apagarse,
mientras su piel se iba agrietando,
y sus ojos secando...

Sus hermanos le aconsejaban:
deja ir al sueño, es que no eres animal de tierra;
ni el camaleón animal de mar.
Ambos solo sufrirán y morirán si siguen sosteniendo
algo que es imposible.

Y así quedaron,
reflejados en la marea calma,
gracias a la luz de la luna;
el camaleón sin alimentarse, al costado de la orilla
y el siamés resecándose a su lado.

Pero entonces el reptil vió a otro acercarse,
similar a él, nadando a unos metros...
Sin distiguir ya si se trataba de realidad o sueño,
el camaleón preguntó: ¿Cómo es que puedes hacerlo?
- Es que tú también tienes la facultad de hacerlo,
solo debes ir adaptándote de a poco
y luego tu cuerpo solo se desarrollará branquias
para que logres respirar bajo el agua -

Observando al amado pez que agonizaba,
el camaleón se animó a adentrarse en las aguas
(¿Es que nadie le enseñó que podía hacerlo?)...

Con tiempo de práctica lograron sumergirse juntos...
El siamés recuperó de a poco sus colores y la solidez de sus aletas.
El camaleón fortaleció sus músculos y su piel comenzó a emitir colores que jamás imaginó.

Alternando de profundidad a superficie,
el siamés y el camaleón pudieron permanecer juntos,
y aprender de un mundo y del otro,
del uno y del otro...

Cuenta la leyenda que un día a ambos se les ocurrió volar,
y se dejaron llevar por el pico de un ave costera,
que los acercó a orillas de una nueva vida,
donde seguramente, nazcan en el mismo hábitat...

ASTROS DEL DÍA