A menudo las escenas nos retornan,
forzándonos a actuar papeles de una obra que creíamos finalizada.
Es la misma pincelada, con el mismo óleo, que no se ha secado y se pierde entre el desequilibrio de colores y texturas.
Esta vez tienes ojos brillosos y grandes... largas pestañas.
Solo tengo que cerrarte el paso,
quedarme con el impacto de la falta de intimidad que proyecto en tu figura.
Congelarte y no recordar la herida más de la cuenta.
Porque ya has estado aquí, con otros nombres y formas.
Ya haz pasado a recordarme que a veces,
los límites son el mayor gesto de amor que uno puede tener consigo mismo y los demás.
He venido para cortarte, otra vez...
He venido para definirme,
como ente separado e indivudual.
Mientras tus manos buscan primero dulcemente y luego con rabia infantil,
llevarme hasta el más profundo océano donde me pierdo.
No te conozco, impenetrable,
donde me reconozco, inaccesible.